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¿Existe realmente un problema de lobby?
En los últimos años, los lobbistas han sido retratados negativamente debido a los escándalos en el Congreso y a la atención que se ha prestado a los fondos asignados a fines específicos, lo que plantea interrogantes sobre la compra de influencias. El presidente Obama llegó a excluir a la mayoría de los lobbistas de su administración y limitó su participación en la elaboración del proyecto de ley de estímulo.
Pero ni los lobbystas ni la profesión son malos, dijo el martes Bob Edgar, presidente de Common Cause, en un foro sobre lobby celebrado en la Universidad George Washington.
“La mayoría de los lobistas son buenas personas que prestan un servicio valioso al compartir su experiencia sobre temas con los miembros del Congreso”, dijo Edgar. “El problema es nuestro corrosivo sistema de financiación de campañas políticas que convierte a los lobistas en un conducto entre los miembros del Congreso y el dinero. Tenemos que cambiar eso”.
Edgar habló en un foro de un día sobre lobby y ética, abogando por la aprobación de una legislación federal llamada Ley de Elecciones Justas Ahora, que permitiría a los candidatos calificados combinar pequeñas donaciones ilimitadas con fondos públicos sustanciales, eliminando el papel de los grandes donantes y recaudadores –a menudo cabilderos– que hoy dominan la recaudación de fondos.
“Si eres un lobista, el acceso es la clave”, dijo Edgar. “En este momento, para tener acceso a los miembros en nuestro sistema roto, debes venir con un cheque, o mejor aún, un fajo de cheques. Los lobistas lo saben y responden en consecuencia. Comprar acceso e influencia lamentablemente se ha convertido en la norma, y ese es el problema”.