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Declaración de la presidenta de Common Cause, Chellie Pingree, sobre los informes de la renuncia del presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, Michael Powell

Según el Wall Street Journal de hoy, Michael Powell ha anunciado que renunciará a su puesto de presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones. Si el informe del Journal resulta ser correcto, la salida de Powell ofrece a la Administración Bush una oportunidad de demostrar que realmente cree en los principios de lo que el Presidente promociona como la "sociedad de propietarios", nombrando como sustituto a un presidente que realmente cree que es el público, no las corporaciones, quien posee las ondas de radiodifusión.

Powell fue un desastre para el público, no porque fuera un funcionario corrupto del gobierno que recibía sobornos de los grandes medios de comunicación. Powell parecía un hombre honorable que simplemente se aferraba a las creencias equivocadas, sosteniendo con firmeza que la competencia resolvería todas nuestras preocupaciones sobre la diversidad de voces, noticias e información adecuadas y unos medios que ayuden a los espectadores a convertirse en ciudadanos. Habló de todas las fuentes de noticias y entretenimiento que ahora están a nuestra disposición, el universo de 500 canales, pero no pareció entender que casi todos los proveedores de esta información eran propiedad del mismo puñado de gigantes de los medios.

Quien reemplace al presidente Powell debe hacerlo mejor. El público estadounidense merece un regulador que ponga las necesidades de los espectadores y oyentes por encima de las consideraciones de lucro de los conglomerados, que entienda que el localismo no es una frase vacía, sino algo que es crucial para la democracia, que crea que los propietarios diversos de los medios de comunicación locales responderán mejor a las necesidades de la comunidad. Necesitamos un presidente que también promueva una visión de los medios basada en el acceso a Internet que esté abierto a todos y cuyo contenido no esté dictado por unas pocas corporaciones.

Cuando el presidente Powell propuso en 2003 unas normas radicales de desregulación de los medios de comunicación, más de dos millones de estadounidenses se pusieron en contacto con la FCC y el Congreso para manifestar su oposición. El público tiene claro lo que quiere de los reguladores gubernamentales: una garantía de que lo que ve y oye no proviene de una o unas pocas fuentes corporativas, y que en nuestros medios de comunicación masivos estén representados múltiples puntos de vista. Un nuevo presidente haría bien en escuchar a la gente.

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