El ex líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Tom DeLay, quedó al menos temporalmente libre de problemas legales luego de que un tribunal de Texas revocara el jueves su condena por cargos de lavado de dinero.

Los fiscales ya están prometiendo una nueva apelación —bien por ellos— pero la historia de lo que los amigos de DeLay aclaman como su reivindicación es en realidad un relato de cuán completamente jodido se ha vuelto nuestro sistema de financiamiento de campañas.

Como profesor de derecho y politólogo de la Universidad de California — Irvine, Rick Hasen explica en esta pieza“El gran problema no es lo que es ilegal, sino lo que es legal”.

DeLay ayudó a organizar que un comité político de Texas, Texanos por una Mayoría Republicana, transfiriera 190.000 dólares recaudados de donantes corporativos a una cuenta administrada por el Comité Nacional Republicano en Washington. El RNC, a su vez, devolvió la misma cantidad al grupo texano, proveniente de una cuenta compuesta por donaciones de particulares. Las transferencias permitieron a los tejanos gastar el dinero en apoyar a candidatos a la legislatura estatal y otros cargos estatales, quienes, según la ley de Texas, no pueden aceptar dinero de corporaciones.

Un jurado concluyó que se trató de lavado de dinero. Sin embargo, como explica Hasen, el tribunal de apelaciones revocó el veredicto —por 2 votos a 1— basándose en el testimonio de líderes corporativos que afirmaron haber realizado las donaciones para favorecer a DeLay en la corte y obtener acceso a él, no para influir en las elecciones de Texas.

¿No es increíble? El tribunal dice que está perfectamente bien comprar el acceso a políticos, como se compra el acceso a otros servicios.

¿Necesita hablar con un abogado sobre su testamento o con un contador sobre sus impuestos? Haga un cheque. Quizás no puedan ayudarle, pero aun así tendrá que pagar por su tiempo. ¿Necesita hablar con un funcionario electo sobre una exención fiscal o ayuda para conseguir un contrato con el gobierno? Haga un cheque.

Mark Twain tenía razón. Tenemos el mejor gobierno que el dinero puede comprar.